Respiro

8:53



Perdiste el envión para poder ser y todo lo demás que se debiera ser, en alguna parte de los corchos de tus botellas.
Te crees tan fuerte en tu dimensión particular, llena de sangre y esa tendencia tuya a pensar que hay que alejarse de todos. Todos lastiman.
Es una lástima verte así.
Estás obviando las partes felices, las partes donde no pasaba nada por tu cabeza y podías sonreír sin  las defensas en alto.
Eras un montón de música, como esa clase de sahumerio que se siente en las ferias un día de sol.
Pero estás ciego.
Tus pupilas lejos, en una clase de calesita que gira una y otra vez en la misma canción, en la misma ciudad.
Depende de uno mismo estar bien, y eso ya es suficiente obstáculo.
Corrompido hasta los huesos, cada palabra pretende dañar a todos los fantasmas que ocupan tu almohada cuando tratás de dormir.
Remolinos, remolinos, son todos tus pensamientos y cuando más hablás más mudo te quedás porque todo lo que decís no tiene sensaciones buenas...
Y una y otra vez girás y girás y yo me estoy quedando sin hilos para tu trapecio, a veces pienso que de todas formas vas a caer.
Me dijiste que elija esa vez ¿te acordás? yo elijo olvidar el dolor, elijo aprender a perdonar, somos espejos desparramados por todos lados y seguramente otra yo andará por ahí, para alguna vez herirme con la misma daga que yo beso, para olvidarme, para hacerme pequeña, para burlarse de todo lo que escribo, para pensar que esto no vale la pena, para obsesionarse por las palabras que no se dijeron, para odiar.
Lo que tiene que ser, nunca va a ser, es inútil esperar. 
Un respiro nuevo y abrí los ojos. Que todo fluya.












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