No quiero promesas, ni una pizca de esperanza en tus manos.

No quiero esperar  lo que debe ser esperado ni arrebatarte palabras improvisadas.

No quiero sentir que no puedo sentir si no estás.

Ya estoy perdida por evitar pensarte, me sé de memoria todas las razones por las que no buscarte.

Si tuviera que llevarme un recuerdo, no sabría cúal elegir, si pudiera quererte sin ambigüedades  no estaríamos desencontrados.

Estos días de olvidarte se cuentan por cruces, por los esfuerzos que hago por no imaginarte en la avenida.

No quiero cláusulas ocultas que desvaríen tus besos, no quiero un soneto de un futuro incierto.

Porque ya me sabía las reglas de memoria, pero te escondí en mis cajones, guardé nuestro ritual entre mis libros para ser siempre lo que soy cuando estamos juntos.

Ignoré las voces en mi cabeza que me frenaban y perdí los hilos de todo esto.

Fuí más rápido de lo permitido y llegué hasta al abismo, sola.

Desearía poder eliminar la incertidumbre,  los cuestionamientos y dejar que todo fluya.

Olvidar que me clavo la poesía buscando amaneceres sin ocasos, pulsiones imposibles.

No quiero nada que no me puedas dar y  no quiero ser más de lo que soy.

Tantos no tendría y tantos debería...

Todavía siento que hay un hueco en esta tregua, para volver a esperarte donde siempre y amarte.