Cuando la sangre se desordena

6:22

Como el sol.
Y ese perfume que empieza a marearme
desde que te veo llegar.
No hay ruidos en mi cabeza, ni miedos,
ni esa tendencia mía a hacer desprolijo todo.
No sé por qué me apropié de la certeza
que me podés hacer brillar.
Me dás algo que nadie puede ver.
El impulso para elevarme, algo secreto
que conservo en mis dedos.
Ya no me importan las palabras, las excusas,
ni las razones.

Tabú hermoso, indecible.
El karma me mira y sonríe de nuevo.
Tantos besos no entran en mi cuerpo.
Por fin un poco de confusión.



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