Sos espanto, una herida que sulfura,
un racimo de maldiciones, una impronta desatinada.
Un humor extraño y errado.
Un puñado de luz exquisita.
No te puedo encerrar dentro de mi mente,
porque cada sonrisa que miro tiene tu arruga.
Sos un error presumido,
una soberbia altiva jugando a ser humilde.
Una calle mojada, dónde andar con cuidado, despacio, en silencio,
para que no te des cuenta, para que no te escapes.
Sos unos minutos al sol,
(el calor inevitablemente va a quemarme).
Sos un desatino del sentido común,
una locura que camina en las paredes
y se ríe de su previsible suerte.
¿No te molesta andar así por el aire?
¿No tenés miedo del vértigo mientras caés?
Estoy mirándote más especial que los demás,
y nunca supiste separarme de los demás.
Nunca entendiste la inspiración.
Pero tengo tendida mi red, para cuando
ya no te queden más acrobacias.
Efímero, imbécilmente mágico.
Y no es el hecho que me hagas reír con tus desatinos,
no es el hecho de que seas tan incorrecto,
ni tampoco sentirte vulnerable bajo el armazón.
Es todo junto.