A.O.

18:31



Sos como el viento que entra en las costillas, en las ropas que no alcanzan a tapar la piel, el viento que todo lo arrastra, lo desarma y deja al sol brillar.
Llegaste a mi vida iluminando todo, rozando todo.
Toda la felicidad que existe, es nueva.
Toda la felicidad que no sabia que existía está acá, todos los días, al lado de la almohada que muerdo cuando estás dentro mio.
La piel.
La piel volviéndose más suave. Todo más despacio, cuando llegás.
Mi grito para de gritar cuando escucha las llaves entrar en la puerta.
De repente, todo no duele tanto,  todo es un chiste, una trampa que puedo saltar tan bien. 
Y puedo pararme arriba de tus hombros a mirar el mundo alrededor y nada puede lastimarme.
Vos me hiciste fuerte desde la primera vez que me tocaste, vos me hiciste creer en mi desde que me miraste a los ojos y me prometiste que íbamos a estar bien juntos.
Aprendí a volar.
Aprendí a quererme estando sola. Y el camino cada vez es más largo, se atascan todos los proyectos de tanta vida. Pichones de recuerdos como deja vu.
Una excusa arriba de otra para abrazarte en las mañanas.
Madrugadas donde me besás y me hacés nueva.
Amo esas veces que me mirás a los ojos buscando algo que todavía no sé que es. Buscando algo que yo presiento que existe: esta fe en vos, en todo lo que haces, en cada consejo, en cada suspiro de despedida.
Ojala pudiera amarte toda la vida, ojalá que esto nunca duela. que no tengamos que mirar para atrás y escondernos.
Te amo con cada parte oxidada de mi ser, cada parte de mí, olvidada y renacida.
Vos sos lo que me hace ser yo. Vos me revivis. Ojalá esto sea eterno.

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