Hay un submundo
ahí afuera, al cual no quiero pertenecer.
Prefiero
dormir en mi burbuja gigante de acero brutal y sensible.
Te dejé entrar ¿me estoy equivocando?
Esa parte
de mí, que te dejé ver, quiero que la cuides.
No hay
colores que ocultar, pero no quiero volverme gris.
Los vientos
pueden dormirme, pero no pueden sacudirte de mí.
Puedo ser
todas las cosas que quieras que sea.
Pero no me
olvides.
Omití el
silencio cuando tenía que callarme.
Y ahora
cada vez que despierto las palabras que nos dijimos
se cuelan en
mi reloj.
Una y otra
vez.
Una y otra
vez.
Y no hay metamórfosis
que derribe la pulsión.
Puedo
esparcirme en el aire, puedo ahuecar mis pensamientos,
pero no
puedo negarte.
Y todos los
días hago de cuenta que no llevo la cuenta.
Y todas las
noches navego en la misma inspiración.
Las mismas
rimas.
No puedo
parar de dejar entrar todos esos flashes que no existen.
Y cuando me
ignores, no olvides pensar
que esto no
hubiera funcionado.
Que me arriesgo
sin ninguna clase de garantías,
sin pensar
en dejar de sentir.