El olvido
es una lámpara de luz, intocable y llena de incendios.
Esta vez
voy a exterminar todos los espejismos:
sensaciones que no existen, esperas infantiles.
Me dí cinco
días para aprender, ausente de todas las voces que tengo en mi laberinto y
fuiste la persona que me dio la lección que necesitaba: esperar me deja más
sola.
Te
sorprende no poder encontrarme? Cuando antes corría para evitar que dudaras,
cuando antes daba vuelta mis planes para acompañarte.
Pasó.
Pasó el
tiempo.
Dejé de
mentirme ¿realmente necesito seguir creyendo que vas a estar ahí? ¿realmente te
interesa saber lo que me pasa? ¿o te interesa saber cuando voy a dejar de
hablar?
Y esperé…
Y estoy
logrando aniquilar esta tendencia suicida a la evasión, a creer lo que no
existe.
Tengo
cierta paz mental inmune, soberbia y violenta, que no se va a dejar
desperdiciar así nomás.
No importa
lo que digas.
Ya no hay
forma de dejarte entrar de nuevo.
Dejar atrás
lo que no te hace bien, me dijo un jinete.
Es tan
claro ahora, lamento el tiempo perdido: llamadas sin respuesta, conversaciones
huecas.
Dije que
tenía miedo de quedarme sola?
Ahora no.
Ahora sólo
pienso en no engañarme más.
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